Críticas
28 de Julio 2021

Proponemos cuidar el debate público

La investigación ¿Es posible debatir en medio de discursos de odio? de Comunicación para la Igualdad concluye que los sectores antigénero no son tan organizados en redes sociales como se percibe. Por el contrario, las propuestas feministas en red en América Latina tienen un gran alcance cuando se coordinan en torno a #AbortoLegal o #NiUnaMenos.

Realizamos el año pasado la investigación ¿Es posible debatir en medio de discursos de odio? preocupadas porque veíamos una violencia creciente hacia el activismo feminista en redes sociales. Investigaciones de otras organizaciones y de nosotras mismas venían dando cuenta de que la agresión hacia las mujeres en el entorno digital aumenta si esas mujeres hacen posteos vinculados a la igualdad de género, sean éstos opiniones favorables o, por ejemplo como en el caso de las periodistas, las coberturas que realizan. Esto nos llevó a focalizar en el activismo feminista como eventual centro de agresiones.

También nos interesaba conocer cómo evaluaban estas/os activistas el debate público en general, tanto en redes como en medios tradicionales y/o en ámbitos públicos porque se percibe una violencia creciente en el contexto de sociedades que se polarizan social y políticamente. Y, por último, conocer más sobre el ciberactivismo de los sectores antigénero, ya que su presencia en redes es muy notoria.

Algunos resultados nos sorprendieron: al revés de lo que se cree, los sectores antigénero no realizaron acciones coordinadas en redes sociales en el periodo analizado, ni dentro de los países ni entre activistas de los cuatro países. Es decir, no están tan organizados como a veces se percibe desde fuera.

Por otra parte, y estos fueron hallazgos positivos: encontramos mucha receptividad de “influencers” de diferentes ámbitos al discurso feminista. En una fecha específica analizada vinculada a la demanda por la legalización del aborto en Argentina, 20 cuentas de “influencers” de América Latina -que en total suman casi 20 millones de seguidoras/es- hicieron posteos favorables a #AbortoLegal, lo cual nos da una pauta del alcance que pueden tener las propuestas feministas consensuadas.

Otro hallazgo positivo fue la utilización de una etiqueta común en las/os activistas de 3 de los 4 países: #NiUnaMenos (sólo no fue de las más utilizadas en Chile y entendemos que tuvo que ver con que ese país estaba sumergido en debates internos vinculados a las protestas sociales y a la participación política de las mujeres en una eventual Asamblea Constituyente), que da cuenta también de las posibilidades de coordinación para el feminismo.

Por último, es importante decir que la violencia registrada fue alta: las 24 personas entrevistadas recibieron violencia de grupos antigénero los últimos años; el 50% redujo el diálogo con estos sectores y entre el 30% y el 60% dejó de leer notificaciones en sus redes para evitar los comentarios violentos. Estos datos corroboraron las sospechas que teníamos en torno a los altos niveles de violencia a los que se exponen las/os activistas feministas hoy en redes y lamentablemente también confirmó que muchas/os están optando por retirarse total o parcialmente del debate público debido a estos ataques.

El objetivo de estos ataques es político. Frente a la emergencia del feminismo como sujeto político, han surgido sectores con una agenda opuesta que usan estrategias de amedrentamiento y disciplinamiento para que esas voces tengan menos alcance o directamente desaparezcan. Es muy complicado lidiar con la violencia digital de género porque, justamente, no queda reducida a entornos digitales: nuestra investigación dejó en evidencia -igual que otras, antes- que llega a los teléfonos personales, a los ataques en la vía pública y a las agresiones sobre espacios físicos particulares (domicilios, autos, oficinas).

En este sentido, creemos que los hallazgos de la investigación deberían advertir a los múltiples actores sociales acerca de la necesidad de generar algún tipo de intervención ante esta situación de tal forma de que no se restrinjan las voces de un sujeto político relevante para el desarrollo social como es el feminismo. La disminución de estas voces en el debate público sin dudas afecta la democracia, la hace más frágil y menos robusta. En este sentido, entendemos que se trata de un problema que debería preocupar a los Estados, a las plataformas digitales, pero también a quienes usamos diariamente las redes. Proponemos asumir un compromiso colectivo para cuidar el debate público.

Por Sandra Chaher, licenciada en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, con especialización en Género y Derecho (UBA). Presidenta de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad y directora del Diploma de Comunicación, Género y Derechos Humanos dictado por Comunicación para la Igualdad con co-certificación de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de Estados Americanos (OEA).