Críticas
5 de Enero 2021

Constitución feminista y derecho al aborto: descentralizar también al feminismo

“El conservadurismo, la fuerza del patriarcado expresado en la cultura de abuso e incesto normalizado, las altas cifras de embarazo adolescente son formas de violencia patriarcal que, si son extendidas en contexto urbano, se intensifican en la ruralidad (…)”. Escribe Daniela Carvacho Díaz, profesora feminista y precandidata constituyente por el Distrito 25 de la Región de Los Lagos.

En 2018 Chile vivía su ola feminista, y desde Argentina una marea verde sin fronteras nos llenaba de esperanza. Entonces no fue Ley porque una minoría antimujeres lo impidió. Pero lo que no se logró en la Ley, se ganó en la calle y echó su raíz en las mentes y corazones de un pueblo: la despenalización social del aborto en la Argentina no tenía vuelta atrás. Hoy nuestras hermanas celebran un derecho que ganaron con décadas de lucha y rebeldía, y desde Chile las abrazamos con admiración.

En medio de este un año de pandemia en que la violencia machista se ha recrudecido, dificultándose el acceso a métodos anticonceptivos y atención en salud sexual, disparándose las cifras de embarazos no deseados, la legalización del aborto en Argentina es esperanza. América Latina es una de las regiones donde más se criminaliza y vulnera el derecho al aborto, y esta realidad tiene que cambiar.

Lo que ocurre en Argentina tiene que transformarse en impulso continental por el derecho a decidir. Ellas nos enseñan que una sociedad más justa y feminista, se puede alcanzar cuando la política está al servicio de la sociedad, nos enseñan la importancia de la unidad en la diversidad, lo estratégico de ganar el debate social, lo vital que es ponerle al aborto el rostro y el nombre de nosotras las mujeres; porque las defensoras de la vida somos nosotras y la clandestinidad no salvó a nadie, porque son una minoría antimujeres y nosotras no obligamos a nadie, nosotras defendemos el derecho de todas a decidir.

En Chile, durante la dictadura, la Comisión Ortúzar resolvió que la Constitución del 80 defendería “el derecho a la vida del que está por nacer”, y se eliminó del Código Sanitario el derecho al aborto terapéutico que había existido durante décadas. Recién en 2017 se aprobó el aborto en 3 causales para casos de violación, inviabilidad del feto o peligro de muerte, y que para mujeres menores de edad se requería autorización de madres, padres o tutores. Aun así, el aborto en 3 causales ha sido permanentemente obstaculizado por el gobierno de Sebastián Piñera y el entonces ministro de Salud Emilio Santelices, quien buscó boicotear este derecho mediante el Tribunal Constitucional y presentó múltiples obstáculos a la tramitación de su reglamento, como fue la modificación al reglamento de la ley, con el objetivo de garantizar la “objeción de conciencia institucional” en los centros de salud privados que, vía convenio, reemplazaban el “rol público” del Estado.

El momento constituyente que vivimos en Chile representa una oportunidad histórica para que las mujeres avancemos en la conquista plena de aquellos derechos que nos han sido negados. Resulta fundamental impulsar esa lucha desde todos los territorios y realidades, especialmente desde aquellas que se suponen inhóspitas para el feminismo, como es el Sur de Chile.

Acá en el Sur, la experiencia de la clandestinidad es brutal, porque el centralismo de nuestro país es fuerte y se expresa incluso en la falta de redes feministas que hagan viable un aborto en condiciones de clandestinidad. Dónde conseguir pastillas, información, acompañamiento, todo se vuelve más difícil. El conservadurismo, la fuerza del patriarcado expresado en la cultura de abuso e incesto normalizado, las altas cifras de embarazo adolescente son formas de violencia patriarcal que, si son extendidas en contexto urbano, se intensifican en la ruralidad, donde incluso el acceso a métodos anticonceptivos y salud sexual son más escasos, donde ni siquiera hay especialistas que puedan brindar una atención.

En el Sur hay casos como el de Osorno -la comuna con más obstetras que se niegan a realizar abortos- que concentra el 30% de las denuncias de violación de la región. En la región de Los Lagos, el abuso sexual de menores, las violaciones, el incesto, los embarazos no deseados, se han vuelto parte de la mitología local: todas sabemos que el Trauco siempre fue un violador.

Es clave que estos territorios sean parte del debate público sobre los derechos sexuales y reproductivos, porque el feminismo avanza cuando llega a esos rincones aparentemente negados para nosotras, donde en realidad la conciencia feminista es urgente para terminar con tanta violencia normalizada. Aquí también hay feminismos, porque nuestro despertar es plural, diverso, y aunque no se presente de la misma forma, las redes feministas que se han construido desde el dolor de la desaparición, la violencia, el femicidio, hoy también son redes de solidaridad y aprendizaje, de sensibilización y apertura. Para dejar atrás el Chile de Pinochet y avanzar en los derechos de las mujeres, es necesario descentralizar el feminismo también.

El proceso constituyente es una oportunidad histórica para que en Chile, por fin, avancemos en el derecho a decidir. Es fundamental que la Nueva Constitución nos reconozca el derecho a la autonomía sobre nuestras cuerpas y consagre nuestros derechos sexuales y reproductivos. Para el éxito de esta tarea es fundamental la unidad feminista, la pedagogía popular; tenemos que ganar el debate público y conquistar la despenalización social del aborto, porque cuando el feminismo se hace sentido común, ya no hay vuelta atrás. Por una constitución feminista, por nuestra autonomía y nuestro derecho a decidir: hoy es Argentina, mañana será Chile y toda América Latina.

Daniela Carvacho Díaz, profesora feminista y precandidata constituyente por el Distrito 25 de la Región de Los Lagos.