Críticas
2 de Noviembre 2020

Desde la movilización a la revolución

” …las asambleas territoriales generaron (…) en un año de organización, lo que en 30 años se perdió. Una red sociopolítica de los territorios, donde se movilizan por un bien común, trasladando sus demandas a un análisis macro, donde se busca estructurar un proceso político”.

Lo que comenzó hace un año atrás saltando los torniquetes de las estaciones de Metro termina su primera posta en uno de los momentos más históricos en estos últimos 30 años en este angosto y largo territorio. Sabido es que ganó el “Apruebo” con un contundente 78% y que el órgano elegido en el Plebiscito para escribir una nueva Constitución será “Convención Constitucional”; #MixtaNo como otra de las opciones que teníamos a la hora de ir a las urnas. Esta Convención Constitucional trae consigo que esta nueva carta magna será escrita por un 50% mujeres y un 50% hombres. Sí, como se lee. Será la primera constitución paritaria del mundo. Lo cual a su vez marca un precedente realmente importante para todos los movimientos feministas de Chile y otras latitudes.

Ahora bien, este triunfo de lucha, no se consiguió de un día para otro, ni tampoco fue a través de un diálogo fluido entre autoridades y el pueblo. Este triunfo fue a través de la legitima protesta social que deja en el camino a personas con trauma ocular, personas ciegas, muertes, presas y presos, y la violación sistemática de los derechos humanos. Queda en nosotras, pueblo libre y soberano buscar reparación, verdad y justicia para todas y todos los caídos de la revuelta que se inició el 18 de octubre de 2019. Y antes de iniciar el proceso constituyente, debemos exigir al Estado liberación inmediata de las personas presas políticas de la revuelta. Para luego comenzar a gestar esta titánica tarea de buscar a las y los representantes del pueblo, que escribirán la nueva Constitución que regirá al país.

¿Y ahora qué? Fue una de las tantas preguntas que diversas personas se hicieron luego del triunfo del “Apruebo”. Para comenzar a responder esa pregunta, es preciso mencionar a las asambleas territoriales que por estos días cumplen un año de existencia, organización y lucha. Estas asambleas son la clara representación que el pueblo solo debía reconocerse en el otro/a y a su vez anclar fuerzas para una lucha en común. El reconocerse en otro implica mirar más allá de nuestra vereda del frente. Esto quiere decir que en plazas de distintas comunas y ciudades podamos converger, nos miremos a los ojos, nos escuchemos y comprendamos que todas y todos teníamos – y tenemos – las mismas ganas de cambiar el país.

Es por ello que las organizaciones, que representan a los territorios, son trascendentales. En ellas podemos llevar a la práctica la teoría de Charles Tilly sobre la acción colectiva. Si pensamos en el planteamiento de Tilly y sus tres niveles de análisis, nos reconoceremos en un panel en particular. Comenzamos en el micro, donde sólo encontramos al individuo y éste que se identifica con una causa; reconoce una elección racional de lo que acontece a su alrededor y a su vez se inserta en la legitima protesta. Este personaje se reconoce en otros y otras, y entiende que “aquí” lo relevante es, si se agrupa y comprende que la lucha es más fuerte. Por lo tanto, la motivación de la acción colectiva es más importante que su propio beneficio, lo cual es doblemente importante porque le curva la mano al sistema – que siempre busca que prime lo individual por sobre lo colectivo.

Ahora el punto relevante es sentirse parte de un todo que por razones obvias resulta vinculante y con ello promueve la participación social del individuo, y este paso es lo que nos lleva a un segundo panel de un análisis intermedio. Donde tiene relación con la movilización de redes en la cual surgen los grupos y la organización. Ahora ya no son solo sujetos pululando, sino que se transforman en un colectivo, con una orgánica específica, como son las asambleas territoriales. Estos grupos generaron en un año de organización, lo que en 30 años se perdió. Una red sociopolítica de los territorios, donde se movilizan por un bien común, trasladando sus demandas a un análisis macro, donde se busca estructurar un proceso político.

Y es aquí donde nos encontramos, no nos podemos quedar exclusivamente con el “Apruebo”. Será a través de una democracia participativa, donde nos volveremos a vincular con los procesos sociales en los cuales nos embarcamos hace ya un año atrás. Y reafirmamos este pasado 25 de octubre. Estamos en marcha para cambiar la Constitución del tirano que estuvo 17 años en el poder. No soltemos el territorio ni las calles. Tampoco la conversación política, que surgió de éstas, estamos despiertas y dispuestas a cambiarlo todo porque nunca más sin nosotras, este nuevo proceso histórico será para transformar nuestras vidas.

Por Pamela Jáuregui Tobar, socióloga.