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18 de Noviembre 2019

Mujeres y lesbianas en revuelta contra el neoliberalismo y el Estado patriarcal 

“… las lesbianas que han abortado al macho, al Estado y la iglesia. Renunciando a los privilegios del heteropatriarcado y creando espacios y discursos que materializan este sentir de crear bajo el amor entre mujeres, desde ese separatismo que tanto asusta y donde se opina desde la ignorancia”. Desde Valdivia, una crónica de la periodista Alejandrina Sin María.

[Valdivia] El 18 de octubre todo un territorio alzó la voz y se levantó para apoyar la situación de violencia y represión que explotó con rabia en Santiago de Chile. El alza de los 30 pesos del Metro detonó el enorme e infinito listado de palabras, acciones y mandatos que han formado al humano chileno champurria, binario, heterosexual, cola capitalista. Aquella masa que cree que la clase media existe, que cree en la seguridad de la fuerza pública o privada, la familia, les que romantizan la maternidad y que sienten un orgullo por la patria por medio de los logros que tiene el fútbol masculino; el ganar, ser exitoso. Así podría continuar sin terminar nunca de escribir.

Todo fue muy rápido y el caos se hizo presente de la forma más poética posible en todo el territorio, de norte a sur. Y por lo mismo Valdivia no ha sido la excepción. Un mes ha pasado y el fuego sigue acompañando las noches en las calles de la capital de la Región de Los Ríos. Ese fuego que transmuta, que quema y arde como el pecho de todes quienes salen de sus casas para tener siempre  la barricada prendida, incluso durante los primeros días cuando se decretó el toque de queda; el mismo  que duró cinco días y fue declarado ilegal por la Corte de Apelaciones de Valdivia. Aún así y aunque algunes piensen que no es la forma, no ha habido noche que no ardan las calles de la urbe.

Valdivia es una de las primeras ciudades colonizadas del sur de Chile y que se destaca por mantener viva esa memoria y su patrimonio, pero hace unos días en una acción directa y subversiva sacaron de las calles algunos de los bustos que inmortalizan las figuras de Bernardo O’Higgins y del español conquistador Pedro de Valdivia. Su busto, el mismo que tiene a esta ciudad reafirmando su existencia en todo su alrededor, fue arrojado por el puente, al río que llevan su mismo nombre.

De otro lado, la Catedral de Valdivia, la misma que nos recuerda que los francotiradores de la tiranía están ahí, mirando desde lo alto de las campanas de la iglesia. Juzgando por esta vez, las paredes comenzaron a hablar y derramar la verdad que existe y que no pueden callar por más que se protejan entre ellos: todes saben lo que son las iglesias. Nido de violadores, una secta que se apodera de la inocencia de la niñez y adolescentes emocionalmente vulnerables. Aun así, en esta hipocresía, la catedral de la ciudad durante los primeros días de protestas no dudó en colgar un lienzo que reza “Por la justicia y la paz”. Pero hoy esas paredes gritan las consignas que ya ni el Estado, ni la iglesia pueden callar más. Todos los días aparecen nuevos escritos, más lúcidos y más directos.

Durante estas cuatro semanas se han sentido como si las acciones fueran muy aceleradas, como si una consola llena de botones se hubiese presionado toda al mismo tiempo. Se retrocedieron cerca de 45 años y les hijes del último periodo de los 80 y post 90 están viviendo todo aquello que alguna vez le contaron sobre la dictadura cívico militar de Pinochet. Con todo, y pese al caos que trajo esta primavera, en Valdivia la gente sale todos los días a manifestarse, se tomaron la calle, van a la plaza, se activó el único espacio donde se pueden expresar, el espacio más anarquista, donde todo converge. El tránsito libre, caminar, conocerse, conversar, mostrar y aprender a entender esto que se busca y no se sabe.

Cada une a su manera. Les ciclistas se organizan, pasan les motoqueres, las barras de los equipos de fútbol convocan y marcan su presencia con enormes lienzos con consignas de unidad. También les que tienen esos autos “tuneados” o “enchulados” han salido a manifestarse, pero que cuando hacen sonar el motor y el tubo de escape, molestan, porque emulan el sonido de las armas de los pacos y porque, como dice la gente, “no es la forma”, pero es la calle y todos tienen el mismo derecho.

Y así como todes salen para conseguir una vida mejor, hay un grupo de lesbianas radicales y mujeres feministas, brujas, champurrias, que no quieren trabajar sobre lo que ya está, sino destruirlo y avanzar bajo otras formas, donde las mujeres puedan transitar libremente y sin miedo. Sin embargo, se sigue insistiendo, en este afán por tratar de ver, pensar y creer que el problema es sólo económico, y donde el Gobierno de Sebastián Piñera tomó como motor de lucha la represión hacia el pueblo, justificando la violencia hacia les manifestantes por el daño material que ha sufrido la propiedad privada, los símbolos patrios, los oficiales heridos de la policía represora. En los discursos oficiales, se ha omitido la incorporación de los discursos oficiales, la responsabilidad política de la violación de les Derechos Humanes.

Este estallido es sólo la realidad de las diversas vidas que han crecido dentro de la estructura del neoliberalismo y el patriarcado, en conjunto con esta moral cristiana que tiene sus acuerdos con el sistema actual y que se sigue imponiendo como forma de control. Donde Sebastián Piñera, el presidente electo por esa mayoría de chilenos que salió a votar por más trabajo y “los tiempos mejores”, donde hoy se están exterminando a más personas, donde se abusa sexualmente de mujeres y disidencias, sólo porque se sienten con el poder histórico de hacerlo.

Pobres, sin un sistema de salud, vivienda, educación, trabajo, comida. Son heridas profundas las que arrastran les cuerpes que hoy se manifiestan, rostros curtidos por la pena y el cansancio. Las palabras no tienen sentido cuando ante la masacre y la acción de la fuerza policial-militar, que sale a defender los intereses del empresario o la champurria que se manifiesta con una olla, que le gritó a un paco y que no volvió, murió, desapareció y el Servicio Médico Legal que omite información y el presidente de Chile dice que con unidad y ayuda de Dios, recorreremos el camino a ese Chile mejor para  todos”.

¡No!, basta de seguir disparando palabras o consignas al universo para manipular a otres. La manifestación de la calle es sólo una proyección de la naturaleza misma. El sentir del día, de las palabras que no respetan el silencio y el fluir. Todo acto tiene una consecuencia y el neoliberalismo instalado en Chile bajo la constitución política de 1980, escrita por el fundador de la UDI, amante de la dictadura de Franco, ferviente católico, Jaime Guzmán impuso la proyección de su propia opresión.

La biografía que atraviesa la vida de cada une es la llave que abre la puerta a ese entender, a cuestionar que los actos con nuestros cuerpes es la forma de crear autonomía. Que dentro de las manifestaciones y marchas que se han levantado este último mes en Valdivia, la del 31 de octubre tuvo una connotación diferente, era una invocación a las fuerzas que habitan Abya Yala. Que las trece brujas que caminaron ese día en primera línea, por la avenida principal de Valdivia en dirección a la plaza, alzando al cielo antorchas de arrayán y coihue para iluminar el camino y traer a este plano físico a otras trece mujeres que fueron asesinadas en Chile durante los últimos años. Porque la dictadura del cuerpo, la vida y la decisión de las mujeres pasa por visiones heteropatriarcales.

Esas mujeres a las que se les fue arrebatada la vida, y que materializadas en esas cuerpas en resistencia, conjuraron en la entrada de esa última puerta que hay que romper para que todo caiga. No es un juego, se le está pidiendo venganza a la universa para que el tirano caiga, porque la justicia patriarcal no les va a devolver la vida y menos la tranquilidad a los seres que se quedaron anidando la pena y la impotencia de este sistema. El sentir no se puede negar, como tampoco las sincronías del último tiempo. Por lo mismo, el materializar conjuros por medio de las palabras mágicas, las que escupen fuego y dan a conocer que se puede vivir de otra forma. Creando comunidad, cuestionando la hipersexualización que esclaviza el cuerpo por desear algo físico. Entendernos desde nuestro sentir, crecer y hacerse responsable del caos. Salir a la calle a manifestar la rabia y rayar las paredes.

Valdivia es una ciudad conservadora y esa catedral que hasta antes del 19 de octubre estaba pulcra, hoy está llena de maldiciones y consignas, al igual que la gobernación, el correo, la municipalidad y el comercio. Algunos pegan propaganda, otres prenden velas y otras simplemente exigen venganza para romper y terminar con todo ese mal que daña el cuerpo y a la tierra. Cada intención en la vida es una materialización de esa realidad que habita en el delirio, los sueños y el deseo más profundo. Son tantas las marchas y las consignas, pero no podrán olvidar jamás que, por primera vez en la historia de Valdivia, las lesbianas y las mujeres en revuelta, bajo ese cielo nublado y con ganas de romper en lluvia, fue el lienzo para invocar a las que ya no están y así guiar y caminar junto a otras mujeres, adultas, niñas, adolescentes, cuerpas en resistencias.

Ese día, tras caminar y apostarse fuera de la Catedral de Valdivia en círculo frente a la entrada que ha permanecido cerrada este último tiempo, se dio paso al discurso de las brujas en círculo, quemando el lawen para invocar a las ancestras, las energías que habitan el cosmos y hacer vibrar a Abya Yala. En ese momento, el resto guardó silencio y prestó atención a ese sentir colectivo, fue tan bello que hasta los tambores que acompañaron ese caminar se silenciaron para que las lesbianas pudiesen seguir con su intervención y aunque los medios de comunicación locales y radio Biobío le haya bajado el perfil, y en vez de mostrar lo que estaba pasando, subieran una foto de un afiche de gatitos, invisibilizando el conjuro que se hizo en la puerta de ese nido de maldad, no importa; porque hay otros ojos, otras mentes, otras manos y otras plumas creando a partir de lo que vieron, los mensajes escuchados, el sentir colectivo.

El traer a las muertas por este sistema machista heteropatriarcal, esclavas de no poder amar libremente, porque te matan por ser lesbiana; esclavas del amor romántico o simplemente por ser una mujer que se puede violar porque así también lo hacen con la tierra, con las animalas. No podrán contra ellas y su sentir. Porque no pasa sólo por una Asamblea Constituyente. Porque el problema radica en esta conexión que se cruza entre el neoliberalismo y el patriarcado, porque aunque se intente reformular, el gobierno no solucionará el problema estructural de la violencia, la misma que se ha normalizado a tal punto que debió salir de la cuerpa de las mujeres y expandirse a la masa para dimensionar el problema por el que tanto tiempo las feministas en resistencia han estado luchando. El revivir nuevamente una dictadura en el plano social, pero en el personal, las mujeres lo han vivido históricamente.

En Valdivia, el movimiento se articula de forma espontánea, sin líderes, desde las diversas miradas feministas, pero hay una visión más radical: las lesbianas que han abortado al macho, al Estado y la iglesia. Renunciando a los privilegios del heteropatriarcado y creando espacios y discursos que materializan este sentir de crear bajo el amor entre mujeres, desde ese separatismo que tanto asusta y donde se opina desde la ignorancia. El sentir de este territorio invoca a las mujeres, por eso salen a conjurar con el fuego en la mano para llamar a la liberación de la cuerpa y la tierra.

En memoria de Patricia Valentina Peña, desaparecida · Marcela Rodríguez, desaparecida Andrea Morales, desaparecida · Valeska Carmona, asesinada por proyectil de bala Daniela Carrasco, asesinada · Macarena Valdés, asesinada · Nicole Saavedra, asesinada por ser lesbiana · Mónica Briones, asesinada por ser lesbiana · María Pía Castro, asesinada por ser lesbiana · Susana Sanhueza. Asesinada · Ana Cook, asesinada · Silvia Adasme, femicidio.

*Champurria: Expresión popular de origen Mapuche que connota la idea de mezcla, mixto, mezclado, heterogéneo.

Por Alejandrina Sin María. Periodista, ilustradora y lesbofeminista radical · Fotos @Palomakaru · @ximrosweide