Críticas
6 de Septiembre 2018

Violencia política y sexual en dictadura. Las mujeres torturadas por la DINA

La violencia política sexual fue uno de los métodos de tortura más usado durante el periodo en que la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) estuvo a cargo de la represión. Muchas mujeres sometidas a esta tortura guardaron silencio por años producto de la vergüenza que les provocaba haber sido víctimas de una violación, sobre todo en un país en que la justicia –muchas veces– hace caso omiso de los testimonios de las víctimas y deja en libertad a los victimarios (Introducción “Una historia que falta por contar”).

La violencia contra las mujeres es un continuo en los tiempos llamados de paz y de guerra o conflicto armado. Adquiere diversas manifestaciones y formas. Se produce y reproduce en distintos espacios sociales. En tiempos de conflicto armado, esas manifestaciones de violencia sobre las mujeres se exacerban, se tornan más crueles y perversas. Se ejercen con mayor grado de impunidad. No son nuevos actos de discriminación y violencia; continúan siendo expresiones de dominación y subordinación histórica hacia las mujeres, dirigidas por grupos armados o la acción del Estado.

Este continuo está presente en la historia, en la cultura y en la cotidianidad. Se desata en los espacios públicos y privados. Así lo acusan miles de mujeres desde la Segunda Guerra Mundial y la serie de conflictos derivados del nuevo orden planetario. Hasta hoy, lo denuncian las mujeres sobrevivientes a la esclavitud sexual, sometidas en las “aldeas de confort” por el ejército japonés. Lo reclamaron millares ante los tribunales ad hoc de Yugoslavia y Ruanda, donde los testimonios corroboraron el uso de la violencia sexual contra las mujeres como crimen constitutivo de genocidio, crímenes de guerra y lesa humanidad.

A Chile, la denuncia de esta realidad llegó tarde. Recién en las conmemoraciones de los 30 años de la dictadura cívico- militar, asomaron las primeras voces de lo ocurrido con las mujeres presas y torturadas de la mano de las organizaciones de mujeres y feministas que acompañaron el proceso de contar el horror de lo vivido, legitimando sus testimonios.

“Soledad (…) llegó a Cuatro Álamos luego de pasar por dos periodos de detención en Villa Grimaldi. Tenía 17 años y estaba muy débil. Las secuelas de la tortura eran evidentes en su cuerpo: una pierna y un pecho reventado e infectado, pérdida de peso y las marcas de los golpes recibidos evidenciaban que en su paso por Villa Grimaldi había recibido los castigos más terribles.”

En democracia, la acusación por abuso sexual de una mujer en contra del director de la Policía de Investigaciones Nelson Mery, cometida durante una sesión de interrogatorio mientras estaba recluida por la represión política, despertó la memoria y el reconocimiento de muchas de las sobrevivientes a la dictadura. Así, las mujeres presas reconocieron que la violencia sexual fue una práctica temprana y sistemática de tortura en centros de detención clandestina como la “Venda Sexy”, Londres 38 y Tres y Cuatro Álamos. También en los cuarteles de la policía civil y las comisarías, en los retenes, en los furgones durante los traslados y en las cárceles de mujeres.

Este libro recoge los testimonios de algunas de ellas. Mujeres muy jóvenes cuyas historias de vida están marcadas por hechos de violencia indecible. Narraciones que dan cuenta de cómo la dictadura usó la violencia sexual como un método de amedrentamiento extensivo e indiscriminado, destinado a desestructurar a la víctima, arrebatándoles su autonomía y “algunas veces” su voluntad. El texto revela una realidad oculta y silenciada no sólo por el dolor físico, la “vergüenza” de la desnudez o la invasión del cuerpo despojado por el perpetrador.

“Había perdido mucho peso: con sólo 36 kilos y con un aspecto demacrado se encontró con su madre en el patio de Tres Álamos. Patricia se enteró que su mamá había visitado morgues, hospitales, comisarías y que todos los días iba a Tres Álamos buscándola.”

También es una invitación a reflexionar por el silencio de los otros: de las organizaciones que trabajaron por la defensa de los derechos humanos, a las que les costó identificar en la “violencia sexual” una estrategia de tortura aplicada con alevosía sobre las mujeres; de los colectivos políticos que en ocasiones dudaron de estos testimonios y banalizaron los hechos relatados porque “eso” (la violencia sexual) no era tortura.

Historias de mujeres: de feministas, de militantes políticas y activistas que quebrantaron el orden. Mujeres que hablan por primera vez, que morigeran sus recuerdos para no profundizar en las heridas de familiares, amigos y amigas. Historias que yacen en tribunales a la espera de una sentencia justa. Sus relatos, aquí descritos, son un avance en la reconstrucción de la memoria de una democracia miope y mezquina que hasta hoy relega y silencia sus vivencias – las vivencias de muchas también en tiempos de paz– sobre los crímenes que se cometieron, dejando en suspenso los principios de Verdad, Justicia y Reparación para las mujeres que permitieron, a costa de sus cuerpos, la recuperación de esta democracia.

“Violencia política sexual en dictadura. Las mujeres torturadas por la DINA” (2014). Investigación periodística de Jocelyn Escárate, Nancyloreto Muñoz y Marcela Tapia, realizada como proyecto de titulación para la carrera de Periodismo de la Universidad Diego Portales. Prólogo de la periodista Mónica Maureira.