Críticas
20 de Junio 2018

Y no es chiste

Un equipo de investigación de la Universidad de Playa Ancha dio seguimiento a las portadas del semanario The Clinic de 2016. Un año marcado por la alta presencia de mujeres en el quehacer público, lo que las convirtió en blanco para el humor machista.

El humor es sumamente contextual; una radiografía social y cultural de la comunidad en que se inserta. Dice algo de nosotros, es un termómetro de los estereotipos y prejuicios que estamos dispuestos a aceptar o rechazar en un chiste. Para muestra, un botón. Vértigo, 2017: El personaje de Yerko Puchento se burla de la actriz Daniela Vega. Vuela la bola de paja sobre el desierto mediático y suenan los grillos. Vértigo, 2018: El personaje de Yerko Puchento saluda a la misma actriz y vuelve a burlarse de ésta. Resultado, más de 200 denuncias al Consejo Nacional de Televisión en los siguientes cinco días.

El humor es, más allá de sus recursos (sátira, sarcasmo, ironía) pedagógico. En su afán por sacar risas, debe ser evidente, explícito. Además, muchos de sus chistes se basan precisamente en cierto nivel de incorrección. Ergo, constituye un terreno fértil para la reproducción de violencias simbólicas. Así las cosas, el humor -una práctica social concreta y naturalizada, un tipo de discurso cotidiano, mas no inocuo– nos dice cuánto hemos progresado (o retrocedido) en un periodo de tiempo.

Y, sin embargo, allí donde ya no resulta tan jocoso reírse de personas judías, homosexuales o incluso gallegos, la mujer, por el hecho de ser mujer, sigue siendo blanco para el humor machista. Por medio de la naturalidad del discurso humorístico, se realizan asociaciones que constantemente la menoscaban “de manera reiterada, convirtiéndola en un objeto de burla y discriminación. De esta forma, el chiste testifica el carácter patriarcal o androcéntrico de un orden simbólico que se presenta como universal”.

Vértigo, 2018: El personaje de Yerko Puchento saluda a la misma actriz (Daniela Vega) y vuelve a burlarse de ésta. Resultado, más de 200 denuncias al Consejo Nacional de Televisión en los siguientes cinco días.

El efecto de su reproducción merece ser estudiado en los niveles simbólicos, pues repercute en las distintas formas mediante las cuales nos relacionamos como sociedad. Con esto en mente, junto a un equipo de ayudantes y tesistas nos dimos la tarea de estudiar las representaciones sociales femeninas en las portadas de The Clinic durante el 2016, año determinado por una alta presencia de la mujer en sucesos sociales. En primer orden podemos recordar las marchas en el país bajo la consigna Ni Una Menos, proclamando el fin a los femicidios y a la violencia de género. Un segundo factor fue visibilización por parte de observatorios de medios feministas sobre el paupérrimo tratamiento de los medios de comunicación masivos. En tercero, la coyuntura política con miras a las elecciones municipales, y en esta misma dirección, la siempre relevante figura de la presidenta Michelle Bachelet y las mujeres a cargo de un ministerio.

No fueron pocos los colegas que defendían al medio señalando que “se burla de todos”, “le da de capitán a paje”, “no cae en el humor sexista”. Claro, el semanario The Clinic se ríe de la ministra Javiera Blanco y también de Sebastián Dávalos. Pero convengamos: no es lo mismo burlarse de “Epidemia con Aros” que mostrar el vello púbico de una ministra de Estado.

Mujeres deseosas de agradar, sexualmente atractivas y dependientes son los prejuicios que cuentan con una mayor saturación en las portadas analizadas.

El humor verde –de carácter erótico y sexual- y grotesco, es un recurso que se presenta principalmente para atacar al género femenino. Tampoco resulta inocuo constatar que uno de los métodos más utilizados para retratar y ridiculizar a los hombres es precisamente feminizarlos. A través de la técnica del montaje, dotarlos de características evidentemente femeninas para hacerlos objeto de burla. Respecto a los universos simbólicos, la superficialidad de la mujer, su falta de capacidad, de idoneidad para ejercer cargos políticos, es el estereotipo más recurrente. No por nada la ex mandataria, Michelle Bachelet concentra el 74% de las representaciones de la revista. Mujeres deseosas de agradar, sexualmente atractivas y dependientes son los prejuicios que cuentan con una mayor saturación en las portadas analizadas.

Y, cuidado, no se trata de ponerse graves, el humor es también resistencia, denuncia y necesaria crítica al poder… cuando se ejerce con inteligencia. “El humor ha sido, a lo largo de la historia universal, una actividad esencial del ser humano, a tal punto que el hombre (sic) puede ser definido, además de como el único animal que piensa, como el único animal que ríe, que es en el fondo lo mismo, porque no hay risa sin pensamiento.” (Nélida Sosa  “Del humor y sus alrededores”). Así es que ya lo sabe, antes de reírse del próximo chiste, piense.

Por Fabiana Rodríguez-Pastene Vicencio doctora en Historia mención Estudios Sociales, académica e investigadora de la Universidad de Playa Ancha y Universidad Adolfo Ibáñez.