Críticas
30 de Mayo 2018

RompiendoElSilencio.cl a quince años de la primera revista digital para lesbianas en Chile

En primera persona, Erika Montecinos coordinadora de la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio recuerda en detalle cómo surge la primera revista digital para lesbianas en Chile. Rompiendo el silencio cumplió quince años este mayo y lo celebraron en grande: quince años de visibilidad que partió con una revista y que continúa como una agrupación referente para la comunidad lésbica feminista, LTBI de Chile y Latinoamérica.

Abril 2002. Figuraba entrando a un bar de Bellavista, al Amor del Bueno, que por culpa de este mundo ajetreado de mercado y consumo hoy, no existe. En esa época, era uno de los pocos, por no decir el único, espacio donde se juntaban las lesbianas santiaguinas. Ahí llegaba para conversar, tomarme un trago y relacionarme con otras. Fue en esas conversaciones de noches y noches de juerga que nació la idea de una revista digital dirigida a la comunidad lésbica bisexual. ¿Cuál? Se preguntarán, pues una comunidad que pese a toda la invisibilidad del mundo y la negación de las mismas mujeres, seguía conformándose entre el dateo; recurso recurrente que usamos quienes íbamos por la vida viviendo una doble vida. Pero mi supuesta doble vida, nunca me acomodó. En mi trabajo de periodista era una realidad que vivía en un ambiente laboral mucho más favorable comparado con quienes ejercen como profesoras, por ejemplo. Pero como la lesbofobia interiorizada tarda en extinguirse, muchas veces me oculté por miedo y vergüenza. En esos días fui perdiendo un poco de miedo, aunque de vergüenza injustificada me quedaba mucho. Aun así, enfrentando mis propios fantasmas y prejuicios, quería hacer algo, un aporte para todas, algo que cambiara el rumbo ante tanta invisibilidad, ante tanta negación incluso en la naciente Internet de esa época de web 1.0, esa con banner de colores y letras Times New Roman número 12. Ya estaba decidido, lo haría.

Fines de abril 2002. Junto a un programador llamado Andrés, comencé a delinear lo que sería mi idea de una revista digital. Mi modelo a seguir era El Mostrador como uno de los primeros diarios electrónicos. Hasta ese momento nadie en el Amor del Bueno creía en el proyecto. A lo más, habían sido conversaciones entre tragos y juerga. No era para tomarlo muy enserio. Pero como siempre pasa conmigo, me tomo mis ideas “locas” muy en serio. No era algo descabellado. Había participado en algunas organizaciones lésbicas cuando estudiaba periodismo en la Universidad y algo conocía de activismo. Lo que más me molestaba era que sabía que las pocas colectivas lésbicas de esa época estaban haciendo cosas muy entretenidas como programas de radio, conversatorios, boletines. Habían lesbianas participando en organizaciones gays, con bajo protagonismo, como ha sido la tónica hasta hoy, pero empoderándose poco a poco. Nadie contaba sobre eso. La naciente Internet web 1.0 estaba plagada de sitios digitales para gays, citas gays, noticias gays, publicidad gay. La vendían como “de la diversidad”, pero no había ni una sola palabra sobre mujeres lesbianas ni bisexuales, menos sobre personas trans. No incluyo los foros donde algunas debían sortear espacios de sexo gay para lograr conocer a otra a través de la virtualidad. En fin, era un desierto. Poco a poco fueron apareciendo sitios para lesbianas chilenas, muchas listas de correos, sitios que brindaban acompañamiento; guías, cómo asumirte, cómo decirle a tus padres. Todas preocupaciones ciertas con soluciones que nos ayudaron muco. Pero yo quería otra cosa.

… la noticia se publicó en varios diarios que regalan en el Metro: La Hora y Publimetro traían sendas notas sobre “la primera revista digital para lesbianas en Chile”. Claro, algunos lo calificaron como “una revancha” de las lesbianas contra el primer diario gay.

Inicios de mayo 2002. Fue así como desperté un día con una noticia que estaba por todas partes: había nacido un diario gay, el primer diario gay y de la diversidad sexual. Así se anunciaba. Lanzando un improperio que no vale la pena repetir, claro que me alegré, pero puse mucha atención al contenido del pasquín. De inmediato lo revisé por Internet y lo compré en el kiosco. Mi sorpresa no fue grande porque constaté que efectivamente solo una “caluga” decía algo sobre lesbianas. Puse mi máquina creativa a trabajar a mil por hora y le dije a Andrés, el programador, que la revista debía estar en línea pronto.

El nombre. Había que definir el nombre de ese sitio que tendría el formato de una revista digital. De inmediato se me vino a la mente el de un espacio radial al me invitaron las compañeras de la desaparecida Coordinadora Lésbica en su programa “Amazonas” en Radio Tierra. El espacio se llamaba “Rompiendo el Silencio” y contaba historias sobre lesbianas que habían aportado mucho a la historia universal. Me gustaba ese nombre, todo decía que ése debía ser. Pero cuando lo conté en el Amor del Bueno, nadie me dio mucho crédito. “Demasiado largo”, “Estás loca, nadie lo recordará”, “Imagínate escribiendo www.rompiendo….. yo quedo hasta la mitad!” “Será olvidado”. Sentí inseguridad. A tientas busqué otro. Como me consideraba feminista, quise que dijera algo relacionado con los colores feministas y como sería un diario pensé en “la gaceta lila.cl”. Hoy no me imagino celebrando los 15 ó 16 años de “La gaceta lila”. Rompiendo el silencio.cl me convenció. Menos Mal. Dejé de escuchar los miedos de los demás y me lancé siguiendo mi intuición y lo que decía mi corazón.

14 de mayo 2002 Un día antes del 14, envié el comunicado a la base de datos de periodistas informando que las lesbianas chilenas tendrían su primer sitio digital periodístico. Si mi norte sería la visibilidad, debía empezar por mí misma y hacer una campaña comunicacional que alcanzara mi objetivo. Ese día, el 14, la noticia se publicó en varios diarios que regalan en el Metro: La Hora y Publimetro traían sendas notas sobre “la primera revista digital para lesbianas en Chile”. Claro, algunos lo calificaron como “una revancha” de las lesbianas contra el primer diario gay. En el comunicado alegué que muchos medios para gays no incluían ni una solo palabra sobre lesbianas, que existían y estaban haciendo activismo político.

Llegaron colaboradoras con ideas nuevas, con entrevistas y reportajes que incluso “golpearon”, como la denuncia de hostigamiento de inspectores del Liceo Carmela Carvajal a alumnas por su orientación sexual.

Alrededor de las 21 horas del 14, le dije a mi buen amigo Andrés que subiera la primera edición de la revista que tenía sus contenidos definidos y reporteados. Me había esmerado mucho que fuese material de calidad, con entrevistas hechas en ese tiempo con grabadora en mano, buena fotografía y sin mucho banner publicitario irruptivo como se estilaba en esos años. De inmediato comenzamos a recibir muchas visitas. Habíamos hecho mucha difusión en los foros, lista de correos, de boca en boca, de mano en mano. Fuimos a las discoquetes gays a repartir adhesivos que decían el nombre de la revista; discos, incluso, de Valparaiso y Viña del Mar. Los pegaba en los baños, en la barra. No existían aún las redes sociales.

Desde ahí, volqué todo mi quehacer profesional en que la revista digital se mantuviera actualizada. El programador no pudo seguir trabajando conmigo y tuve que aprender a subir contenido en dreamweaber. No era nada fácil. Lentamente comenzaron a llegar colaboradoras, con ideas nuevas, con entrevistas y reportajes que incluso “golpearon”, como la denuncia de hostigamiento de inspectores del Liceo Carmela Carvajal a alumnas por su orientación sexual. Años después dimos a conocer el primer fallo que concedió la tuición de sus hijas a la jueza Karen Atala en medio del juicio iniciado por su ex esposo. Rescatamos la memoria contando sobre los inicios del movimiento lésbico feminista en los ochenta a través de Ayuquelén. Contábamos sobre el quehacer de las activistas en diferentes espacios; sobre ser lesbiana adulta mayor o ser lesbiana en la iglesia católica. Paralelo, se conformaba el foro, donde hasta el día de hoy, muchas agradecen haber conocido a sus parejas en esos espacios. Se armó debate, comunidad, en fin. RompiendoElSilencio.cl no fue solo una revista digital que producía contenido sino una gran comunidad que conformó un espacio pionero en plena era de Internet. Lo que vino después y lo que es hoy Rompiendo el Silencio, da para otras columnas más.

Por Erika Montecinos Urrea, periodista especializada en comunicación digital y licenciada en comunicación social. Activista y coordinadora de la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio.