Críticas
13 de Abril 2018

La mató por amor: Lenguaje, género y estereotipos

En su libro “La mató por amor”, Viviana Ávila expone un estudio aplicado sobre las diferencias de léxico con que se alude a las libertades sexuales de hombres y mujeres en la sociedad. La investigación aborda esta dimensión social desde la arista sociolingüística, que demuestra cómo para referirse a comportamientos sexuales, los y las adolescentes chilenas que cursan enseñanza media, utilizan un vocabulario la mayoría de las veces, violento, misógino u homofóbico.

La mató por amor es un libro que comprende un estudio sociolingüístico acerca del léxico que emplean los y las adolescentes en Chile cuyo objetivo es “describir los estereotipos del ámbito sexual-amoroso de un grupo de adolescentes chilenos, a través del léxico utilizado para aludir a este comportamiento” (Ávila, 2017:14). Está compuesto por cinco capítulos a través de los cuales se da cuenta del objetivo planteado. En el primer capítulo: Antecedentesse expone el objetivo ya mencionado. En este apartado se describen los aspectos generales de la investigación y se releva la importancia y la pertinencia del lenguaje respecto del abordaje en la materia de la igualdad de género en tanto este último es capaz de patentar y reflejar este tipo de violencia.

En el segundo capítulo: La Teoría se expone la base teórica de la obra. Este apartado se subdivide en cuatro temas: en el primero de ellos se aborda la propuesta de Goffman (2001) acerca de cómo las personas se presentan ante otros sobre la base de aquello que quieren demostrar. De ahí se puede atribuir ciertos rasgos sociales a distintos grupos. En el segundo, se define el estereotipo “como una construcción social intersubjetiva que pervive sobre una visión de mundo compartida por los miembros de una comunidad de hablantes en un espacio y tiempo determinados” (Ávila, 2017:21). En el tercero se definen los conceptos de interdicciones, los eufemismos y los disfemismos como un continuum, además del insulto (o puñetazo lingüístico) y los préstamos léxicos (el habla cool), todos estos pertenecientes a la disciplina lingüística. Finalmente, se expresa que los jóvenes, pese a ser adolescentes, hacen uso de un discurso conservador respecto de los roles femeninos y masculinos, replicando la discriminación, el machismo y la violencia de género.

“… para las mujeres el deber ser es superior a los deseos sobre sus libertades sexuales… se cree también que llegar vírgenes al matrimonio es de dudosa concreción, aspectos que se encuentran en pugna.”

El capítulo tercero se denomina Metodología. Acá se expone el tipo de investigación: de carácter cuantitativa con aporte cualitativo, puesto que la obtención del corpus de trabajo se logra mediante la respuesta de cuestionarios que la autora diseña. El aporte cualitativo proviene de los grupos de discusión que fueron realizados post prueba para obtener más información de grupo informante. En relación con los cuestionarios mencionados, se consideraron 80 en total, compuestos por preguntas abiertas vinculadas al deber ser de los comportamientos sociales y otras orientadas a obtener el léxico que se emplea para referirse al comportamiento sexual y amoroso, tales como ¿cómo le llamas tú o tus amigas/amigos a aquellas mujeres que salen a bailar con ropa provocativa? 

Para llevar a cabo el contraste entre los hombres y las mujeres, se diseñan cuatro formas: Forma 1 (mujeres responden acerca de mujeres), Forma 2 (hombres responden acerca de hombres), Forma 3 (hombres responden acerca de mujeres) y Forma 4 (mujeres responden acerca de hombres). Así, el corpus queda compuesto por cuestionarios cuyas respuestas provienen de 40 mujeres y 40 hombres adolescentes, entre 16 y 19 años, quienes asisten a un colegio para adultos y su situación económica es vulnerable.

Análisis y resultados es el nombre del cuarto capítulo y se presentan los resultados según las cuatro formas de los cuestionarios señalados más arriba. La Forma 1 tiene un total de 290 palabras que se emplean para referir al comportamiento sexual y amoroso de las mujeres: ser desleal (50 palabras), salir a bailar con ropa provocativa (50 palabras), tener más de una pareja sexual (35 palabras), usar mucho maquillaje (28 palabras), no cuidar a sus hijos (34 palabras), tener más de un novio (37 palabras), ser coqueta (30 palabras) y mantenerse virgen hasta el matrimonio (26 palabras). Las palabras que aparecen con mayor frecuencia son peladay puta, empleadas en la mayoría de las categorías, excepto en usar mucho maquillaje y mantenerse virgen hasta el matrimonio. Se concluye, entonces que las adolescentes no aprueban las conductas sexuales liberales y, sin embargo, tampoco lo hacen con las conservadoras.

En la Forma 2, hay un total de 264 palabras utilizadas para hacer referencia al comportamiento de los hombres desde su propia perspectiva. Las prácticas sociales que se consideran son las mismas: ser desleal (46 palabras), salir a bailar para conseguir chicas (37 palabras), tener más de una pareja sexual (37 palabras), arreglarse mucho para salir (32 palabras), no cuidar a los hijos (28 palabras), tener más de una novia (31 palabras), ser coqueto (24 palabras) y mantenerse virgen hasta el matrimonio (29 palabras). Las palabras más versátiles son pelado, maricóny caliente/califa. En esta se reafirma el discurso machista y heteronormado, puesto que estas prácticas sexuales le otorgan virilidad al hombre, mientras que las conductas que se consideran femeninas, como arreglarse antes de salir o ser coqueto son sancionadas por ser consideradas homosexuales.

“Un hallazgo relevante estriba en que, para los mismos comportamientos sexuales y amorosos existe un trato diferente para los hombres y las mujeres… en ellos se ve realzada la virilidad, mientras que en ellas este comportamiento implica una sanción social, ya que son consideradas como prostitutas.”

La Forma 3 expone el resultado del cuestionario en el cual los hombres responden sobre las mujeres. Acá se encuentra el número más alto de palabras utilizadas: 330. La cantidad de palabras para cada categoría son: ser desleal (57 palabras), salir a bailar con ropa provocativa (51 palabras), tener más de una pareja sexual (51 palabras), usar mucho maquillaje (29 palabras), no cuidar a sus hijos (32 palabras), tener más de un novio (46 palabras), ser coqueta (35 palabras) y mantenerse virgen hasta el matrimonio (29 palabras). Las que aparecen con mayor frecuencia son maraca, puta y perra. Se concluye, por lo tanto, que los hombres asocian a algunas de las conductas expuestas de las mujeres al actuar de una prostituta, por lo que las expresiones contienen una gran carga peyorativa.

En cuarto lugar, la Forma 4 tiene un total de 300 palabras que las mujeres utilizaron para referirse al comportamiento de los hombres. Los resultados son: ser desleal (47 palabras), salir a bailar para conseguir chicas (43 palabras), tener más de una pareja sexual (40 palabras), arreglarse mucho para salir (34 palabras), no cuidar a los hijos (40 palabras), tener más de una novia (34 palabras), ser coqueto (23 palabras) y mantenerse virgen hasta el matrimonio (39 palabras). Las palabras con mayor frecuencia son maricón, maraco, pelado puto. Existe, por tanto, una alta frecuencia de palabras con connotación peyorativa y ofensiva. Además, se censuran las prácticas sexuales liberales y comportamientos femeninos.

Se concluye, para las mujeres, que el deber ser es superior a los deseos sobre sus libertades sexuales, puesto que deben condecirse con los estándares sociales impuestos. Sin embargo, se cree también que llegar vírgenes al matrimonio es de dudosa concreción, aspectos que se encuentran en pugna. Para el caso de los hombres, se expone que un comportamiento viril les otorga prestigio en su medio social, por lo que actitudes infantiles, homosexuales o infantiles son fuertemente juzgadas a través del léxico.

Además, dentro de un ámbito lingüístico, se concluye que para referirse al comportamiento sexual y amoroso no se emplea el tabú, sino que las expresiones son disfemísticas y, por tanto, de connotación peyorativa y/o despreciativa. También se expone que los insultos poseen una alta frecuencia, tanto en hombres, como en mujeres, sin embargo, estos son mayores aun cuando el referente es una mujer. Respecto del uso de los préstamos lingüísticos, son más frecuentes y variados en los hombres que en las mujeres y evidencian una influencia de los países centroamericanos por medio del reguetón. Es así que los adolescentes emplean un lenguaje sin tabúes para aludir al comportamiento sexual y amoroso de sus pares, en donde abundan los disfemismos para tratar a las mujeres. Es por todo lo anteriormente mencionado que los estudiantes emplean la norma subestándar del español de Chile, dada la alta cantidad de insultos y vulgarismos entregados.

Finalmente, en el quinto capítulo Apreciaciones finales se destaca que el uso del lenguaje crea y patenta una realidad adversa respecto de la discriminación y la violencia. Se destaca que se sexualizan conductas no sexuales, como ser mala madre y así también se expone la existencia de un alto uso de expresiones disfemísticas o insultos. Un hallazgo relevante estriba en que, para los mismos comportamientos sexuales y amorosos existe un trato diferente para los hombres y las mujeres, puesto que en estos se ve realzada la virilidad, mientras que para ellas este comportamiento implica una sanción social, ya que son consideradas como prostitutas. Pese a lo anterior, los adolescentes están conscientes de la diferencia en la valoración hacia los hombres y las mujeres por la influencia del discurso social, por lo que consideran importante la igualdad de derechos. Se destaca la mención de la importancia de los profesores sobre la prevención y detección del abuso y la violencia de género a través de sus planificaciones y sus metodologías de trabajo. Por último, expone que en la juventud existe “una heteronormalización de las relaciones sexuales y/o amorosas que decantan en la supremacía de la fuerza masculina sobre la femenina” (Ávila, 2017:130). Se concluye que la libertad de la mujer está restringida por la sociedad y sus tradiciones, por lo que urge el tratamiento de materias relativas al género, dada la alta cantidad de léxico de carácter misógino y homofóbico.

Por Viviana Ávila Alfaro, profesora Castellano de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, magíster en Lingüística de la Universidad de Chile. Autora del libro La mató por amor: Lenguaje, género y estereotipos. Santiago: La Calabaza del Diablo 2017, 140 páginas ISBN: 277.114 (Instagram: @libroslacalabaza // Twitter: @CalabazaLibros)